Giuffre se quitó la vida a principios de este año.
“Las pesadillas de ser traficada nunca abandonaron a nuestra hermana, nunca”, dijeron los hermanos de Giuffre en un comunicado el jueves.
Y aún en la muerte, su tragedia continúa.
Giuffre, quien se mudó a Australia de adulta, pero que finalmente no pudo escapar del horror que le costó la vida, es nuevamente víctima de un escándalo ajeno. Sus horribles experiencias a principios de la década de 2000 se han visto arrastradas a los frenéticos esfuerzos de Donald Trump por acallar la controversia sobre su antigua amistad con Epstein.
Ella es una foto que aparece en las noticias; se ve desprestigiada por el lenguaje irrespetuoso del presidente; su nombre se ve arrastrado a ruidosas sesiones fotográficas con periodistas. Su pasado desesperado vuelve a salir a la luz en innumerables reportajes de los medios de comunicación, mientras los críticos y expertos de Trump se preguntan: ¿qué sabía el presidente y cuándo lo supo?
Giuffre sufrió terriblemente por los abusos que, según ella, sufrió a manos de Epstein. Y su vida quedó destrozada por la notoriedad mediática. Apareció en una famosa fotografía junto a Maxwell y el príncipe Andrés del Reino Unido, a quien ella alegó que fue entregada por Epstein. El príncipe, que negó todas las acusaciones en su contra, llegó a un acuerdo extrajudicial con ella en 2022.